Es el maltrato de una persona hacia otra, independientemente de si existe o no violencia física o sexual entre ellas. Tiene el objetivo de controlar a la otra persona para obtener algún tipo de beneficio, que puede ser material (dinero, bienes, comodidades, trabajo doméstico gratuito), social (prestigio o acceso a grupos o comunidades) o emocional (apuntalamiento de la autoestima, compensación de un déficit narcisista). El abuso psíquico es una estrategia de control que consiste en distorsionar la percepción que la persona sometida tiene de sí misma y de la realidad vincular, con el fin posibilitar dicho sometimiento.
Entre sus manifestaciones más comunes están la intimidación con gritos o amenazas, la invalidación de los sentimientos, opiniones e intereses de la víctima, la desvalorización de sus logros o capacidades, la humillación, el aislamiento social, la inducción de sentimientos injustificados de culpa, vergüenza o inseguridad, el control de los ciclos de sueño y alimentación, el chantaje, los celos crónicos, las acusaciones falsas, la violación de los límites de autocuidado, la violación de la privacidad, la exigencia de acceso a contraseñas de cuentas de correo y redes sociales o dispositivos de comunicación, el obligar a la víctima a elegir entre la persona abusiva y otras personas importantes en su vida, condicionar el respeto, el afecto o la tranquilidad a que la víctima se comporte como la persona abusiva desea, cualquier tipo de presión para tener relaciones sexuales, esconder o tirar las pertenencias, limitar la libertad de movimiento, y cualquier otra obstrucción del ejercicio de los derechos humanos.
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